Adiós al tráfico
Había que esperar a que se realizara el trámite laboral; parado junto a una ventana –con o sin vidrio– que daba a un acantilado, disfrutaba de un paisaje muy similar al Gran Cañón del Colorado. Al fondo veía pasar con asombro unas criaturas similares al avestruz en tamaño y manera de correr, pero con un aspecto que las emparentaba con las jirafas y en cuyo pecho unas plumas azules se sacudían a merced del viento. De pronto, del occidente se acercaban volando dos rinocerontes cuyo tamaño equivalía al de dos elefantes cada uno; sobre ellos, varios guerreros/soldados/piratas montaban con la mira de alcanzar a las criaturas similares al avestruz en tamaño y manera de correr, pero con un aspecto que las emparentaba con las jirafas y en cuyo pecho unas plumas azules se sacudían a merced del viento…
Al despertar, recordé con asombro a los rinos y quise tener uno para evadir la ciudad y su plaga de autos. O simplemente para dar una vuelta adonde mandara el viento.
Tu sueños son como batallas épicas. Amo ser la primera en saber tu aventura onírica.
Amo despertar y seguir en el sueño al mirarte… Amo a los rinocerontes que vuelan.
Y entonces el tráfico es lo de menos.