Texas Ribs From Hell
Madrugada de pesadilla. Sangre y violencia a discreción. Los grandes entes el mal, de lo humano atroz, cobraron forma en el sótano de la casa paterna. Debía ir a echar unas chelas con Ruy y Cromañón por la noche, pero antes debía convencer/destrozar/combatir a varios seres hijos de su puta madre. Recuerdo poco de sus formas y de lo que representaban, yo mismo era una especie de demonio-vampiro que se cuidaba de no ser aniquilado por una de esas fuerzas malignas. Al final quedábamos tres mujeres y yo; una de ellas era la mismísima muerte, a quien convencía de dejarme acicalar para irme a las chelas. Doña Macabra –que se parecía a la Comandanta Ramona–me acompañaba a la regadera, todo yo bañado en sangre. “¿Qué pasa, por qué no puedo limpiarme?” Al parecer, le vendía mi alma –o algo– para que me dejara quedar limpio… Poco después salía con mi familia en auto, antes de arrancarlo se acercaban caminando tres mujeres cualquiera, pero al pasar frente a un espejo ubicado en medio de la calle sólo yo me percataba de que se trataba de esas mujeres terribles, encabezadas por Doña Muerte. “¡Hijas de la chingada!”, pensé. Una de ellas se acercó a saludar a mi padre; finalmente nos fuimos de ahí y a la primera esquina que doblamos nos encontramos en una calle destrozada, como si hubiera sido víctima de una guerra…
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Al final pude tomarme un trago de cerveza a la salud de la Parca.
Sountrack: A Sunny Day In Glasgow
una cerveza bien muerta…
Y la corcholata para el buen Caronte.
Alfredo Quinstantin
Chale, hace rato tire, por error, al piso una imagen de la Santa muerte -con todo y salero- que alguien dejo por aqui. Esperemos que no haya represalias por eso.
Rézale un cadáver nuestro.